Es momento de vivir sin ansiedad.
El estrés es necesario en nuestra vida porque nos ayuda a estar preparadas para que llegado el caso, pongamos en marcha respuestas que respondan a la dificultad que pudiera presentarse.
Seguro que en algunos momentos de tu vida en los que tuviste que enfrentarte a situaciones difíciles, sentías ese empuje interno para ir hacia el objetivo, ¿verdad? Y es que el estrés te ayuda a sobrevivir, te permite agilizar tus respuestas cognitivas, estimula tu sistema inmunitario e incluso fortalece tu carácter. Sin estrés no habría avance, progreso o autocuestionamiento. Estarías en un estado de falsa comodidad que no te permitiría crecer.
El estrés junto con la tristeza, el miedo, la culpa ponen frente a ti aquello que te incomoda si quieres sentirte diferente, tendrás que afrontarlo de forma diferente a la que venías haciéndolo.
Ojo que, si estás a gusto así, no sigas leyendo ¿quién soy yo para decirte que te muevas?
Tú decides y ahí está la gracia.
La ansiedad es una respuesta que aparece cuando nuestra mente se convence de que no hay ninguna solución tras haberse planteado los escenarios futuros más adversos por ello te prepara y activa para huir del sufrimiento.
La ansiedad no está centrada en buscar soluciones, está centrada en sobre-vivir en situaciones que ponen en riesgo tu supervivencia.
No quiero decir que la ansiedad no sirva , pero sí que solo es útil cuando hay un peligro REAL, (vivo una situación de maltrato y debo salir de ahí), pero el problema existe cuando se utiliza para situaciones que no constituyen un peligro como tal.
La ansiedad tiene diferentes formas de manifestarse:
Nivel físico: sudoración, opresión en el pecho, tensar las mandíbulas, dolores de cabeza, cefaleas tensionales, adormecimiento muscular, visión borrosa…
Psicosomático: diarrea, problemas con la menstruación, malas digestiones, dolores varios…
Cognitivo: abatimiento, desasosiego, ira, tristeza, culpabilidad…
Como sus expresiones son tan variadas en ocasiones suelen confundirse con enfermedades, de hecho muchas personas buscan en la medicina soluciones y tras vivir años y años sin recibir un diagnóstico que les de la explicación y tras haberse forzado estrepitosamente, sin parar o cambiar nada, como último cartucho, llegan a la consulta de psicología.
No me gusta mucho esa típica frase de “no puedes decidir cómo sentirte ante un problema o preocupación que pudiera existir, pero sí puedes elegir cómo reaccionarás ante ellas” … porque no es válida para aquellas personas que por las circunstancias que sean han desarrollado una enfermedad mental crónica, grave, porque ahí por mucho que estas personas quieran, el proceso para sentirse mejor es más complejo, más largo y requiere de una atención sanitaria adecuada.
También hay personas que presentan mayor propensión que otras a experimentar ansiedad, porque biológicamente su sistema nervioso autónomo, así como su amígdala, están más predispuestas a activarse. Serían las típicas personas que dicen “siempre he sido muy nerviosa”.
Y no solo eso, recuerda también que desde una perspectiva cultural se nos ha educado a lo largo de nuestra historia a que nuestra misión como mujeres es proteger, cuidar a los bebés, atender a la descendencia y ascendencia. Y que pasa, que ahora que también estamos “fuera de la cueva” y muchas de nosotras seguimos encargándonos también de lo de “dentro de la cueva” desarrollamos dos trabajos a la vez, con la carga y agotamiento que eso supone.
Perfeccionismo, competición, lucha por tener las mismas oportunidades, no permitirnos soltar lo que no es importante, supone un cóctel perfecto para explotar, ahora bien, te propongo a que pruebes solo por un día a dejar de tirar del carro y comprobarás que si bien los calcetines, la coleta de la niña, el mail de por la mañana no estén hechos, el mundo seguirá girando y el sol seguirá saliendo. Por ello, ve a lo importante.
Es probable que aprendieses a ser valorada por lo que haces, por lo que consigues y por el cuidado que les das a todos, pero si no me sabes responder a la pregunta ¿y tú quién eres? Es momento de parar.
En la maternidad y en la vida, no tienes porqué aguantar la ansiedad, vivir sobrepasada, enfadada, triste. Si te cuesta hacer cambios, puede que aún no hayas llegado a tu punto máximo de dolor, pero… ¿merece la pena esperar?
Ponte en marcha:
- Define cuáles son tus estresores
- Buscar soluciones e iniciar el proceso de cambio personal, luego escala.
- Invierte en ti pide ayuda para elaborar tu plan individual de acción, inicia un proceso terapéutico de aceptación y aprendizaje de herramientas de manejo de ansiedad.
- Aprende, estudia, muévete, trabaja en tu psicoeducación para dejar de interpretar amenazas situaciones normales.
- Muévete, así tu mente también se pondrá en marcha.
Ya sabes que en Baby Suite estamos especializadas en el periodo perinatal ofreciendo acompañamiento psicológico emocional, desde una perspectiva ecosistémica. Si en tu maternidad, ya te has dado cuenta de que así no puedes seguir, pero no sabes por dónde empezar, cuenta conmigo. Te acompaño.
Un abrazo.
Nazaret Cañete Gil.
Psicóloga colegiada M37148
Intervención social, perinatal-infancia
REFERENCIAS
Apréndete. (2022). Sol Aguirre. Círculo Rojo.
Gonzalez, A. (2017). No Soy Yo: Entendiendo El Trauma Complejo, El Apego, Y La Disociación: Una Guía Para Pacientes (1.a ed.)
Goleman, D. (2010). Inteligencia Emocional. Editorial Kairós.