¿Qué son las alergias?
Son sustancias normalmente inofensivas pero que para ciertas personas son percibidas por el cuerpo como un invasor o una amenaza. Son ejemplos el polen, moho, polvo y alimentos. El cuerpo ante esta amenaza responde produciendo grandes cantidades de un anticuerpo llamado inmunoglobulina E (IgE). Estos anticuerpos generan una respuesta anti-inflamatoria llamados mediadores, como por ejemplo la histamina. Estos “mediadores” afectan a las glándulas mucosas, capilares y músculo liso (que reviste las paredes de los órganos y estructuras) causando síntomas compatibles con alergia.
¿Cómo son los síntomas?
Normalmente estos síntomas se producen en más de un sistema del cuerpo, sobretodo en el sistema gastrointestinal, respiratorio, piel, ojos y sistema nervioso central.
Los síntomas del sistema nervioso central podrían ser somnolencia prolongada, dificultad para conciliar el sueño, estar inquieto…
Sistema respiratorio; tos, bronquitis, sangrado nasal, mucosidad nasal o picores, respiración errática o muy ruidosa, estornudos, asma…
En el sistema digestivo podría cursar con sangre en las heces, diarrea o estreñimiento, salivación, brotes de crecimiento frecuentes, úlceras bucales, malabsorción, vómitos, cólicos…
En la piel; zona del pañal o ano enrojecido y doloroso, dermatitis, eccema, prurito o picor en la piel, mejillas enrojecidas, rash cutáneo…
¿Cómo es el Sistema inmune del bebé?
Al nacer, el bebé no tiene un sistema inmunológico funcional, sino que ha dependido de la placenta y ahora del calostro y la leche. A las 6 semanas, los parches de Peyer en los intestinos del bebé comienzan a producir inmunoglobulinas. A los 6 meses el bebé tiene un sistema inmunológico funcional aunque aún inmaduro, que genera sus propios anticuerpos IgA – muy necesarios porque ya interactúa con su entorno de una manera más activa. El sistema inmune del bebé esta medio desarrollado a los 2 años y completamente desarrollado por 6 años.
¿Cómo protege la lactancia materna?
Las INMUNOGLOBULINAS son liberadas por macrófagos en los glóbulos blancos. Existen 5 tipos: G, A, M, E, D. Las IgA e IgE están presentes en la leche materna y son biológicamente específicas para el bebé, la IgG se transfiere en el útero y la IgM es producida por el recién nacido y está presente en la leche materna.
La IgA es la principal inmunoglobulina y está presente en grandes cantidades en el calostro, la leche madura y la “leche de destete”. Las células linfoides que se encuentran en las glándulas mamarias producen anticuerpos específicos para esa amenaza por lo que si una madre padece una infección bacteriana o causada por un virus producirá anticuerpos IgA en su leche y esto disminuirá las probabilidades de que su bebé se infecte.
La saliva del bebé
La saliva del bebé cuando está amantando sube por los conductos mamarios de la madre y desencadena la producción de inmunofactores presentes en la leche materna. Y aunque esto siga aun siendo una hipótesis los eslabones clave han sido empíricamente demostrados.
- Las mamás aumentan la concentración de algunos inmunofactores en la leche materna cuando los bebés están enfermos (Hassiotou et al. 2013; Breakey et al. 2015).
- Cuando los bebés maman, el diámetro del pezón aumenta y hay un vacío con presión negativa, traspasando los fluidos desde la cavidad oral del bebé: un cóctel de leche y saliva: de vuelta a los conductos de la mama. (Geddes et al. 2008; Geddes 2009; Geddes et al. 2012; Ramsey y otros 2004).
- La leche está viva— con células inmunitarias, células madre y células de origen materno e infantil (Hassiotou et al. 2013, Funkhouser y Bordenstein 2013)
- Cuando la leche materna se mezcla con la saliva del bebé hay una reacción química que produce peróxido de hidrógeno que inhibe el crecimiento de patógenos oportunistas como Staphylococcus aureus y Salmonella (Al-Shehriet al. 2015) al tiempo que promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas.
Estos son solo unos ejemplos para darnos cuenta de que la leche materna es un proceso biológico dinámico y no simplemente comida al pecho (Raju 2011)
La reacción del bebé a los alérgenos
El calostro ‘pinta’ los intestinos para prevenir el paso de posibles alérgenos, aunque su estructura permeable permite la entrada de moléculas de anticuerpos de la leche materna al torrente sanguíneo del bebé. Pero también podrían hacerlo otras moléculas como las presentes en alimentos y bebidas –el más alérgeno la leche de vaca.
La leche de vaca
La alergia a la leche de vaca es hasta 7 veces más común en bebés que se alimentan con leche artificial. La leche de vaca contiene más de 20 sustancias con alérgenos sobretodo la proteína. Algunos bebés amamantados reaccionan a las moléculas enteras de proteína bovina que aparecen en la leche materna por lo que es necesario eliminarlo de la dieta de la madre.
Como la mayoría de leche de fórmula para lactantes está elaboradas con leche de vaca y contienen proteínas de leche de vaca, la exposición temprana a la leche artificial también implica un riesgo. Una vez sensibilizado, incluso pequeñas cantidades pueden provocar una respuesta alérgica, de ahí el riesgo a dar “solo una botella”.
La intolerancia a la lactosa no es lo mismo que sensibilidad o alergia a la leche de la vaca. La lactosa es el azúcar de la leche, por lo que se encuentra en la leche materna y en la de vaca.
La sobrecarga de lactosa puede ser causada por un sobreproducción de leche materna o por un mal agarre al pecho.
¿Cómo podemos prevenir las alergias?
La sensibilidad a ciertos alimentos se puede resolver muchas veces a medida que tu bebé va creciendo sin embargo las alergias se pueden prevenir pero no curar.
Según el Comité Científico de Nutrición (2018) las recomendaciones serían:
Lactancia materna exclusiva durante 6 meses y sin productos que contengan leche de vaca durante al menos un año. Después introducir alimentos apropiados según la edad mientras se sigue con lactancia materna. Incluir los cacahuetes y el huevo de la misma manera que el resto de alimentos complementarios. Si hay antecedentes familiares de eczema o alergia alimentaria consultar con un profesional antes de ofrecer.
La exclusión de alimentos más allá de los 6-12 meses puede aumentar el riesgo de alergia al igual que si no se ofrecen ciertos alimentos como parte de la dieta habitual del bebé, esto puede aumentar el riesgo de sensibilización y alergia alimentaria.
¿Qué deberías saber si estás dando el pecho y sospechas que tu bebé tiene una alergia alimentaria? Estas son algunas recomendaciones.
- No te culpabilices
- Hasta el 50% de los casos de reflujo en bebés son causados por alergia a la proteína de la vaca.
- Sigue tus instintos; eres la mejor experta de tu bebé. Investiga y busca evidencia si algo no te convence.
- La eliminación completa de los alérgenos es lenta: a veces los resultados se ven en días pero otras veces puede tardar hasta 4 semanas en abandonar el sistema.
- Registra los alimentos que consumes para poder diagnosticarlo más fácilmente.
- La soja y otras proteínas en la leche de otros animales puede ser bastante alérgeno.
- Revisa las etiquetas de los alimentos.
- Lleva siempre que puedas tu propia comida a eventos, fiestas para evitar exponerte a esos alimentos que no puedes consumir
- Si eliminas los lácteos en tu dieta asegura unos 700mg/día de calcio buscando otras fuentes que no deriven de los lácteos.
- Busca apoyo, profesionales, redes sociales, grupos en Facebook de madres en la misma situación.
Y si todavía tienes dudas, puedes llamarnos o escribirnos. En Baby Suite estamos para ayudarte.
Rose Matallana Williamson
Matrona (IBCLC)